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Volcán Chiles
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Con rocas
húmedas y apiladas el piso se vuelve inestable, la brisa golpea la montaña formando picos de hielo que en las piedras sobresalen y crecen como finos cristales, el frío congela hasta el aliento, muchas figuras
rodean el paisaje, todas sometidas a los cambios caprichosos de la naturaleza,
es un terreno muy agreste y cada vez falta más oxígeno, luego las nubes rozan la
montaña y en otras ocasiones la cubren totalmente tan solo dejando observar las siluetas gigantes de piedra, la luz escasamente pretende atravesar la espesa neblina, así es otro rincón del basto mundo, un espectáculo volcánico.
Se trata de la Cumbre del Volcán Chiles, ubicado en el Nudo de los Pastos, frontera entre Colombia y Ecuador a 4.723 m.s.n.m. donde los sonidos del viento desde el pie de la montaña ya advierten que será una experiencia difícil en el trayecto, pero recompensada por la explosión en la diversidad de paisaje, la satisfacción de contemplar cada forma en las plantas en el páramo, los nacimientos sagrados del agua, la fortuna de ver el vuelo majestuoso del cóndor; con cada paso se deja atrás el ambiente de alfombras verdes de las plantas para pasar al suelo rocoso y con ello la dificultad aumenta, pero al final, todo vale el esfuerzo, la inmensidad a unos cuantos pasos.
Es
un evento que inició desde la ciudad de Pasto con un grupo muy bueno de amigos
aventureros a quienes agradezco esa muy buena compañía: Ángela Gonzales,
Bibiana Escobar, Carlos Gonzales y Jaime Román Narváez. Partiendo
aproximadamente a las 2 a.m., después de un recorrido en bus que nos condujo
por la vía al sur y después de pasar por el Municipio de Cumbal, llegamos a un
camino frontera con Ecuador, una ruta destapada donde el paisaje comienza a
cambiar, se observó llamas a los costados del camino, después el paisaje blanco
de colinas cubiertas de frailejones donde se observa aves propias del paisaje
andino, gavilanes sobrevolando y los cóndores también nos dieron la bienvenida.
A las 8 a.m. inició nuestro recorrido al pié de la montaña, observando pequeños lagos y la imponencia del volcán seguimos el sendero establecido por el
guía, una persona de la localidad del municipio del Cumbal que se fue con el
primer grupo de personas, adelante también nuestro amigo Jaime, mientras en
mitad de camino avanzábamos con mucha confianza al principio, pero pronto la
montaña se vuelve el gran reto no solo físico, sino que también desafía nuestra
propia voluntad de alcanzar la cumbre.
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Sendero a la Cima V. Chiles
Foto: Carlos Flórez
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El
recorrido inicia tranquilo, pero llegan las subidas con mucha inclinación y
llenos de piedras que cada vez se vuelven más inestables, pronto la vegetación
termina y a mitad de camino no solo perdemos de vista al primer grupo sino que también nuestras energías parecen irse reduciendo. Hay un punto en
particular, que se trata de un muro en roca frágil que traté de subir escalando
sin percatarme de que existía otro camino con algo menos de riesgo, sin
embargo, no sabíamos que eso solo era el principio de aquel desafío.
Más
tarde y con el grupo dividido, alcanzamos con la mirada al primer grupo,
sin embargo se encuentran al otro lado de la montaña, no existe un sendero definido,
sino rocas salientes donde parece jugar mucho la suerte en cada paso, algunas
caen y se parten al chocar unas con otras en su recorrido, causando además de un fuerte ruido y ecos, el más
absoluto respeto por la inmensidad de la montaña.
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Dificultad del ascenso
Foto: Carlos Flórez
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Finalmente
alcanzamos al grupo, pero sin aliento hacemos los últimos esfuerzos por llegar,
con ayuda del guía se logra el objetivo y ahí lo más grandioso, el haber
llegado, alcanzar esa cumbre que ya parecía eterna, pero es espectacular, más
cuando admirábamos el alcanzar la cima, ya era hora de volver, pero no por el
mismo camino, además nadie pretendía regresar por el mismo camino tan
accidentado, al contrario, se anunció que existe otra alternativa, pero entre
querer admirar un poco más la cima, el grupo se va y quedamos solos para
intentar descubrir el camino seguro de regreso.
Un
descenso aún más accidentado que la misma subida, si considerábamos que subir
fue un gran logro, el regreso se convirtió incluso en un verdadero milagro,
pues entre el susto de piedras que casi acaban con toda la aventura, caídas y
el cansancio, finalmente se logra llegar al punto de inicio y siendo aproximadamente
las tres de la tarde emprendemos nuestro regreso a casa.
Concluyendo así, se trata de un evento de mucha aventura, que requiere mucha exigencia física, un desafío que requiere respaldo y conocimiento de personas expertas en esta clase de actividades; para nosotros, un evento que se ha convertido en algo para mantener en la memoria
y compartir, por la belleza de los paisajes que se pueden admirar, por la
calidad de la gente y la gran amistad que conseguimos afianzar, por las cosas
que se deben aprender también y por el buen momento que jamás se olvidará.
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